Captura y Eutanasia:

Este método, aunque controvertido, es uno de los más comunes para controlar la población de cotorras. Se realiza de manera selectiva y controlada, focalizándose en áreas donde la presencia de estas aves es más problemática. Aunque su aplicación genera debates éticos, se ha demostrado efectivo en la reducción de la población de estas aves invasoras.

Esterilización:

La esterilización de cotorras es una técnica menos invasiva para limitar su reproducción. A través de procedimientos quirúrgicos o químicos, se impide que las aves se reproduzcan, contribuyendo gradualmente a controlar su número.

Modificación del Hábitat:

Modificar el entorno en el que habitan las cotorras es otra estrategia efectiva para controlar su población. Esto puede incluir la eliminación de fuentes de alimento, la reducción de áreas de anidación y la instalación de dispositivos disuasorios, como redes o espantapájaros.

Educación y Sensibilización:

La concientización del público es clave para abordar el problema de las cotorras de manera integral. Informar a los ciudadanos sobre los riesgos asociados con estas aves y promover prácticas responsables en la alimentación de animales salvajes puede ayudar a reducir su impacto en el entorno urbano. La responsabilidad, educación y concienciación son los objetivos principales para mantener el control y evitar que se produzcan situaciones descontroladas que requieran medidas más extremas.

Manteniendo el Equilibrio:

Es fundamental mantener los esfuerzos de control de población de cotorras a lo largo del tiempo. Esto requiere una vigilancia continua y la implementación de medidas preventivas para evitar repuntes en la población de estas aves. Solo con un enfoque integrado y sostenido podremos mantener un equilibrio entre la presencia de cotorras y el bienestar de la comunidad urbana.